La Orquídea Phalaenopsis: Cómo Cuidarla Después de la Floración

desfloración de la orquídea

Consejos de Monarquía Monarca para mantener viva su belleza

La orquídea Phalaenopsis, también conocida como "orquídea mariposa" por la forma de sus flores, es una de las plantas más apreciadas por su elegancia, duración y fácil cuidado. En Monarquía Monarca, elegimos esta orquídea para acompañar nuestros kits porque representa transformación, delicadeza y conexión con la naturaleza.

Sin embargo, muchas personas se preguntan qué hacer cuando la orquídea deja de florecer. ¿Está muriendo? ¿Se debe cortar la vara floral? ¿Cómo se cuida? Aquí te lo explicamos.

¿Qué es la desfloración?

La desfloración es simplemente el momento en que las flores caen de forma natural. No significa que la planta esté enferma o muerta. De hecho, es parte de su ciclo vital. En este periodo, la orquídea entra en una especie de reposo, para recuperar fuerzas y prepararse para una nueva floración.

¿Cortar o no cortar la vara floral?

Cuando la última flor se ha caído, tienes dos opciones:

Cortar la vara desde la base (si está seca y amarilla).

Esto ayuda a la planta a enfocar su energía en producir una nueva vara fuerte más adelante.

Cortar justo por encima de un nudo (si la vara sigue verde).

A veces, puede volver a brotar desde ese punto y dar nuevas flores más rápido.

Ambas opciones son válidas. La elección depende del estado de la vara floral y del cuidado que desees darle.

Cuidados después de la floración

Durante este periodo de reposo:

Riego moderado: Una vez a la semana, evitando que el sustrato esté encharcado.

Luz indirecta y brillante: Nunca sol directo, pero sí buena iluminación.

Temperatura estable: Entre 18 y 24°C, evitando corrientes de aire.

Fertilización ligera: Cada 15 días con fertilizante especial para orquídeas.

Este es un momento perfecto para trasplantar si la planta ha crecido demasiado o si su sustrato se ha compactado.

El mensaje detrás de la Phalaenopsis

En Monarquía Monarca, creemos que cuidar una orquídea es también un acto de conexión y presencia. Nos recuerda que los ciclos —como la vida misma— incluyen momentos de floración y momentos de pausa, y ambos son hermosos.

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Un homenaje a la belleza efímera, la transformación y el renacer.

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